Siempre hay mucha gente necesitada, y siempre la habrá, pero el mito de la España paupérrima, ya no es así. Las terrazas de los bares siempre están repletas, y a la mayoría de los restaurantes céntricos, hay que reservar.
La agencia estadística europea Eurostat recopila con carácter anual información sobre carencias materiales severas. Éste es, junto a la falta de ingresos suficientes, un elemento clave para medir las dificultades de los hogares para alcanzar un nivel de vida acorde con el estándar europeo.
En el caso de que una persona sufra al menos cuatro de las nueve privaciones materiales incluidas en la lista de Eurostat, se considera que está en situación de "carencia material severa". Estas nueve categorías son:
no tener retrasos en el pago del alquiler, hipoteca, recibos relacionados con la vivienda o compras a plazos
poder mantener la vivienda con una temperatura adecuada durante los meses fríos
poder hacer frente a gastos imprevistos
poder comprar una comida de carne, pollo o pescado cada dos días
ir de vacaciones fuera de casa, al menos una semana al año
no poder comprar un coche
no poder comprar una lavadora
no poder comprar una televisión a color
no poder comprar un teléfono
Es evidente que estar en cuatro de estas nueve categorías es un grave problema para los afectados. Pero sin restar gravedad al drama particular de las familias que están en esta situación, hay que recordar que los niveles de pobreza en España (medidos por este parámetro) se sitúan por debajo de la media de la Unión Europea. Así, en comparación con otros países de nuestro entorno, estamos por ejemplo, por debajo de Italia o Portugal y ligeramente por encima de Francia, Reino Unido o Alemania. Estamos más lejos, eso sí, de los países nórdicos -como Suecia o Noruega- y de los del centro de Europa -como Suiza u Holanda- que tienen un nivel mínimo de población con carencias.
Estoy de acuerdo, pobres paupérrimos no hay tantos, aunque uno ya es mucho. En general en España se vive bien, y salir a comer implica reservar, ir a un espectáculo sacar las entradas con mucha antelación, las tiendas están llenas. No nos podemos quejar, yo no lo hago. Un abrazo Marcos
ResponderEliminarPara el que no tenga ingresos es un calvario, desde luego pero no estamos la mayoría tan mal como lo pintan.
EliminarGrato llerte y saber de prosperidades
ResponderEliminarCariños
Aunque tampoco es lo que prometen los políticos.
EliminarUna salvedad. Hay personas que poco les falta para llegar al umbral de la pobreza, sin embargo el vermut, la cerveza o las tapas que no les falte, tampoco una comida en restaurante bastante a menudo. Sin embargo estás mismas personas tienen que pedir un crédito para salir una semana de vacaciones o se endeudan de tal manera, para comprarse un coche que al poco de comprarlo lo tienen que dejar en casa por no llegarles para comprar combustible.
ResponderEliminarTienes toda la razon. El dinero de plástico es una perdición para quien no sabe controlarse.
EliminarLa mayoría de las nueve privaciones yo las he vivido y nunca me he quejado. Ya sé que ahora son otros tiempos, pero más de la mitad de privaciones de la lista no son imprescindibles, por lo menos para mí, y soy yo quien me privo de ellas porque me parecen más que una necesidad un derroche.
ResponderEliminarUn saludo.
Es esa fiebre de demostrar tener mas que el vecino lo que nos mata, y muchas veces lleva a la infelicidad y a la riña de parejas. Completamente de acuerdo que podemos prescindir de muchas de esas cosas. Mis padres se casaron con una cama y dos sillas.
EliminarUno de cada cinco austriacos está por debajo del umbral de la pobreza, no te digo más. El empobrecimiento se acelera cada vez más en estos países ricos. Y eso que Austria tiene siete millones de habitantes. Cierto que en España siempre se ve todo lleno, pero también hay gente que con un café pasa la tarde ( me lo dice mi hermano que tiene un negocio de gastronomía)
ResponderEliminarBesos
Me sorprende cuanto cuentas, casi pensaba que atabais los perros con longanizas, comparado con España.
ResponderEliminarYo también, por acá, cuando salgo y veo todos los lugares repletos de gente gastando, pregunto, dónde está la pobreza.
ResponderEliminarUn abrazo.
p.d. Pero sí la hay.
También pienso en dónde está la crisis. Porque hay muchísima gente haciendo compras.
ResponderEliminarUn abrazo.