La carroza es un carruaje de forma similar a la berlina pero
con gran riqueza en su exhibición de guarniciones y adornos.
La lanza es una pieza larga movible de fresno u olmo
interpuesta entre los caballos. Sirve para gobernar el carruaje y su punta está
reforzada con una pieza metálica terminada en gancho llamado casquillo.
Lo más importante de un
carruaje es la construcción de las ruedas. Constan de una pieza central
llamada cubo de donde arrancan unas piezas llamadas rayos que
se ensamblan en una circunferencia compuesta de piezas curvas denominadas pinas.
La circunferencia exterior de las pinas se refuerza con un aro de hierro o llanta,
que se aplica en caliente para que cuando se enfríe y contraiga apriete y dé
soporte a las pinas. La barriga es la parte más gruesa del cubo y,
para impedir que este se raje, se afirma con aros o cellos. La
ruedecilla que se pone entre la rueda y el cabo del pezón del eje es la bilorta o estornija y
los cercos que se encajan en la extremidad del cubo por adentro y son los que
luden con el eje se distinguen con el nombre de bujes. La punta exterior
del cubo es la boquilla y la interior el nalguil y los clavos con
que se aseguran las abrazaderas se llaman gitas.
En nuestro museo nacional de
Cerámica y de las Arttes Suntuarias, en Valencia, podemos admirar la Carroza de las Ninfas, o del Marqués de
Dos Aguas. Es una berlina del siglo XVIII de suspensión por correas, ricamente
decorada a base de tallas doradas y pinturas al óleo con temas mitológicos en
los paneles, tapizada en su interior con terciopelo rojo y bordados en plata.
Fue diseñada por Hipólito Rovira y tallada por Ignacio Vergara con los que
colaboró Luis Domingo para el Marqués de Dos Aguas. El diseño de Ignacio
Vergara se basa en una decoración rococó muy del gusto de la época: rocalla,
hojarasca, flores, frutos, amorcillos, putti, etc. En la parte inferior de la
caja, hay talladas las cuatro ninfas que han dado el nombre popular a
la carroza.
FTE. Museo Nacional de Cerámica Gonzalez Martí.
Es semejante en su traza a la Carroza de Oro del príncipe de
Liechtenstein.
Preciosa carroza, lo que son las cosas, no me imaginaba yo que de una calabaza que llevó Cenicienta a su hada madrina, pudiera salir semejante belleza.
ResponderEliminarSería fascinante que una mañana los vigilantes del museo encontraran la calabaza en su lugar.
EliminarOsea, que mientras mas carrozas somos, mas nos hemos de adornar; ya dicen que a mayor edad nos volvemos mas valiosos..más oro en la boca, mas plomo en los pies, mas piedras en la vesícula, mas plata en los cabellos etc. pero todo esto no nos da más valor, así como las carrozas que nos presentas son muy valiosas, mientras más viejas, nosotros es al revés, cagoen..
ResponderEliminarSaludos a la peña
Preferiría ser menos valioso, porque cada año mi seguro médico y el de entierro me lo suben automáticamente, ¿porque será?.
EliminarHe tenido oportunidad de visitar museo y, por supuesto, estas fastuosas carrozas que, sigo creyendo que serían incomodísimas. Las ballestas de amortiguación, en algún caso, son tan suaves que los viajeros terminarían mareados. En cualquier caso, son impresionantes.
ResponderEliminarUn abrazo, Marcos.
Un signo clasista y de vanidades.
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