Cariñosamente, comparto con vosotros algunos de mis recuerdos a los 5/6 años de edad..
En el verano, irse de vacaciones no era un verbo que se conjugase en aquellos años, el mayoritario era el de subsistir. Lo clásico era ver a los hombres por la tarde sentados en sus balcones, en camiseta y acompañados por su botijo de agua fresca. Pero por circunstancias muy puntuales, y lamentablemente breves, mi padre alquilo dos años una vivienda en planta baja justo frente al mar.
El Perelló era simplemente un pueblo entre pescadores y agricultores del arroz, Era una pedanía de Sueca, y el viaje de sus 23 kilómetros en renqueante autobús parecía interminable. Cuando llegábamos a su parada en la calle principal me quedaba cegado por el sol reflejado en el mar.
Frente a la orilla del mar, hacia la derecha se encontraba una gran casa con valla de alambre, torreón, y amplio huerto, que era el chalet del Maestro Serrano. A continuación venía el “anden de la estilográfica”, un malecón de cemento sobre el que estaban construidas adosadas una docena de casitas, con huerto o patio interior, de las que solamente una tenía dos alturas, propiedad de un médico a cuyo hijo le llamaban cariñosamente “patata”. Tengo tantos y buenos recuerdos de aquellos dos años gloriosos, que por lo excepcionales quedaron grabados a fuego en mi mente. El agua no era potable, y la de beber la traían en cubas de Corbera, posiblemente por eso nuestro lavado de cara era la gozada de saltar de la cama al mar por las mañanas.
Cada vez que las olas acariciaban la orilla, al retirarse, veías las huellas de los cangrejos, e hincando la mano en dicho punto los sacabas con seguridad. Una noche hubo una gran tormenta en el mar, y al día siguiente el oleaje había dejado tal cantidad de tellinas, que llenamos pozales.
Alguna tarde, mi hermano con sus circunstanciales amigos jugaban al fútbol con “Puchades”, por entonces gran jugador del Valencia CF. El veraneante más importante era el dueño del periódico Las Provincias, en cuya casa probé por primera vez las ancas de rana fritas.
Pero el recuerdo mas llamativo fue “Cuchirri”, así la llamaban, y no sé si era veraneante o empleada de hogar, pero era impactante, rubia o pelirroja, supongo de 12/15 años, no me acuerdo, pero con una característica muy especial, tenía un ojo verde mar y otro marrón monte. No lo digo peyorativamente, lo dijo con gran cariño y curiosidad de niño. Cuchirri, “ME IMPRESIONASTES”.
Ahh si, el Perelló, qué recuerdos, los puedo compartir, por ejemplo recuerdo cómo era El Campello, un pueblín de pescadores, hará la friolera de unos 60 años,...y es que mi padre de muy jovencito comenzó trabajando de pescador con su tío. Bss.
ResponderEliminarUn signo evidente de que me estoy haciendo muy mayor es la claridad como vienen a mi mente hechos concretos de mi mas tierna infancia, quizá porque ahora tengo tiempo para recordarlos. Que quede así, ya sabemos que al final de la vida volvemos a las necesidades infantiles, andador, que te vistan .... (Que aun me falta para eso ).).
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