Con el anuncio de cada telediario se nos encoge un poco el alma, pensando si será en éste cuando nos enseñen los muertos del inminente castigo a Siria.
Leo una carta en el periódico LEVANTE escrita con mucho sentido común, y que corto y pego por su actualidad, para todos los hombres de buena voluntad:
Paz en Oriente Próximo
Después de dos años de inactividad internacional, y más de 100.000 muertos, parece que conviene intervenir en Siria por «razones humanitarias»: eso sí, de lejos y a misilazo limpio, no vaya a caer algún pepino en dónde no debe. Lo de siempre. La guerra llama a la guerra. En vez de poner una fuerza internacional de interposición entre los contendientes (eso es carísimo y trabajoso), se van a estrenar los nuevos misiles que la tecnología nos depara, el último grito en misiles inteligentes que entran por el agujero del cañón enemigo, quirúrgicos, eficaces, limpios: no dejan cerco.
Así nos venden la guerra. Como un juego de Play Station. Ya sabemos que la primera víctima de toda guerra es la verdad. No importa. La violencia llama a la violencia. La guerra a la guerra. Si vis pacem para bellum: si quieres la paz, prepara la guerra. Cuando más bien habría que decir que, si quieres la paz, prepara la paz. Resulta claro que la paz no es una conquista bélica: en todo caso, la paz de los cementerios. Los vivos quedan muy tocados, tronchados.
El nombre de la paz se llama justicia. No hay justicia sin verdad. Las mentiras no construyen. Son bambalinas de teatro que se cambian a placer, según sea la función. Lo que hoy es cierto, mañana es falso. La justicia se llama desarrollo. Y el desarrollo es solidaridad. Sin estos mimbres no hay cesto. El agua de la vida se tiñe de rojo y se desparrama. Y la vida se convierte en un sin vivir. En una amargura estéril. Son los inocentes los que claman. Y gimen a Dios, para que, al postrer de la historia, venga con su Justicia: porque las cosas no pueden quedar así. Somos nosotros los que provocamos, con nuestra avaricia y estrategias de poder, los sufrimientos gratuitos y sin cuento. Hay que levantar el grito, no al cielo, sino a la tierra, para decir basta a tanta barbarie gratuita.
La paz es obra de la justicia, ya lo dijo Isaías hace muchos siglos. Se abrazan estrechamente y no se las puede separar sin su mutua ruptura. Supone respeto a la dignidad intrínseca de toda criatura humana, de las justas relaciones entre los hombres, del orden con la naturaleza. San Agustín nos comunica un pensamiento sublime: la paz es la tranquilidad en el orden. Sí: suspiramos por la paz.
Hay que trabajar la paz. Convencer que la armonía es lo que propicia una sinfonía. Si no, cada uno toca a destiempo, sin fin, sin propósito, a su bola. Deseo, por el bien de todos que Obama, a quien se le ha dado el premio nobel de la paz, sea capaz de encontrar vías de solución pacífica; y no eche más gasolina al fuego que incendia ya, desde hace mucho años, Oriente Próximo, con una guerra atroz, sectaria y aniquiladora. La humanidad se lo agradecerá. No se equivoque.
FTE. Pedro López en LEVANTE
Nuestras conciencias están despiertas, pero nuestras manos atadas. El sistema funciona con gran precisión para permitirnos hablar e incluso denunciar, pero dejarnos muy poco margen de actuación. Aun así, gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz domingo.
Pero como tu dices con la conciencia despierta para no comulgar con ruedas de molino.Bss
EliminarY lo único que podemos hacer es decir NO a la guerra pero no tenemos capacidad para más. Un abrazo.
ResponderEliminarPero no dejemos de decirlo, no seamos cómplices.
EliminarPerdona este comentario tan irónico, pero es que no se me ocurre nada más al respecto: "... pero con la voluntad no basta". A nivel personal dos cuestiones: la primera estar agradecida por no haber nacido en unas coordenadas tan crueles como las del Oriente próximo, Corea, y tantos otros lugares donde la supervivencia resulta tan dura, la segunda: ser consciente de la miseria humana, esa que corroe, engaña y nos dirige al más profundo de los infiernos donde la muerte no puede ser sino una liberación. Bss.
ResponderEliminarCuando veo los campos de refugiados, donde sea, me pregunto ¿como podemos lamentarnos de las acciones de los desesperados? que futuro de subsistencia les proponemos, a quien culpamos ...
EliminarLa paz es clara, concisa, breve y no necesita de rebuscamientos e interpretaciones al filo de la navaja escondiendo siempre intereses económicos que se puedan sacar de la guerra. ¡Qué impotencia se siente frente a un tema como este!
ResponderEliminarBesos.
Porque los estados venden armas para que otros se maten?
EliminarCreo que quien menos quiere la guerra es el que la conoce y entre ellos los militares
ResponderEliminarLos que hemos hecho la mili nos acordamos de lo que se siente al oír de cerca un pepinazo, se te encaje el corazón.
Yo también digo NO a la guerra
Salut
No me lo cuentes, que he sido artillero del Obus Naval Reinosa, y con lo pequeño que parece, lo que ensorda.
EliminarParece que Rusia ha intercedido y puesto algo de inteligencia en este sinsentido en el que nos quería meter Obama.
ResponderEliminarLas guerras no ayudan a los pueblos.
Un abrazo.
Quizá el miedo a un problema mayor, les dé sensatez, si es que la hay.
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