Mi abuela materna, mi yaya, vivía con nosotros por lo que mi relación fue mucho mas intensa que con mi abuela paterna. Viuda desde que mi madre tenía cuatro años, tenía una filosofía de vida muy práctica, de mujer luchadora. Hija de notario y desheredada por casarse con un forastero tuvo que luchar duramente y saber lo que es bajar de calidad de vida, defendiéndose por sacar adelante a tres hijos: Mi madre que trabajó desde los 10 años, un hijo mitad paralizado por un ataque de meningitis, y la hija mayor que profesó como monja de clausura.
Tenía una larga melena de pelo totalmente blanco, que le llegaba hasta los pies, y al que dedicaba gran parte de su tiempo a peinar con un peine de marfil, hasta enrollarlo en un graciosísimo moño.
Ella no era blanca, era nívea, y aun se ponía sus polvos de arroz con una gran borla. Me fascinaba por la cantidad de oraciones y refranes que adornaba cualquier conversación. Qué pena se haya perdido todo por la falta de una grabadora en su tiempo.
Bueno, pues además tenía sus propios medios de belleza, dedicando mucho cuidado a sus manos, que mantenía jovencísimas. Murió a los 96 años.
Lo cuento porque he leído una receta para conservar las manos jóvenes, que pudiera ser parecida al menos al tratamiento de mi abuela, aunque no lo puedo confirmar.
“Las piel de las manos es de las más delicadas del cuerpo, por lo que con frecuencia, esta zona comienza a deteriorarse más rápido y se arruga con mayor facilidad. Así que cuanto antes comiences a cuidar e hidratar esta zona mejor. Es por eso que te traemos este sencillo remedio casero para que prevengas el envejecimiento de las manos.”
Ingredientes
*2 cucharadas de sal
*2 pocillos de agua tibia
*1 yema de huevo
* 1 cucharada de aceite de ricino
Proceso
Disuelve 2 cucharadas de sal en los 2 pocillos de agua tibia.
Mezcla 1 yema de huevo con media cucharadita de aceite de ricino.
Sumerge las manos en el agua con sal durante 10 minutos, sácalas e inmediatamente hazte un masaje con la mezcla de huevo y aceite de ricino y deja actuar durante 15 minutos.
Lava tus manos con agua tibia únicamente sin usar jabón.
Así que ya lo sabes, sigue este sencillo remedio y además de conseguir unas manos increíblemente suaves, estarás previniendo que te salgan arruguitas en el futuro.
Ya me contareis.
Gracias por el consejo. Una suerte haber conocido y disfrutado a tu yaya . Un abrazo
ResponderEliminarMi yaya fue una persona muy especial para mi. Mi abuela paterna era una gran cuentacuentos, y el unico abuelo que conoci, solo recuerdo que me tocaba la cabeza y me decía "barrabas".
EliminarLas yayas eran un pozo de sabiduría. Besicos.
ResponderEliminarEran pura tradición oral de muchos años.
EliminarSiempre será mejor un remedio casero que esas cremas tan caras que insisten en vendernos.
ResponderEliminarTodos tiene una base de medicina natural
EliminarSiempre será mejor un remedio casero que esas cremas tan caras que insisten en vendernos.
ResponderEliminarNo he conocido a ninguno de mis cuatro abuelos. Me dijeron que a la madre de mi padre la conocí teniendo dos años, pero imagina lo que puedo recordar de ella, nada.
ResponderEliminarLo de la crema, creo que puede resultar interesante, aunque en la actualidad nos hemos vuelto todos muy comodones y preferimos gastarnos algo más para no tener que hacerla.
Para satisfacción de las multinacionales. Pasa como con los detergentes, le ponen un invento añadido por los creativos, como "con pichulin incorporado", y a vender.
EliminarHoy estoy de lágrima fácil... He ido a ver s una persona especial que perdí de vista hace 30 años... Y tuve noticias de ella, con 97 años... Y encima buen... Ha sido especial.... Un saludo desde murcia....
ResponderEliminarAlgún que otro dia tenemos esos dias "especiales", y los sentimientos, nos rompen.
EliminarNo hay como las yayas.
ResponderEliminarBesos.
Y que tu lo digas. Y ahora tenemos las yayas que vuelven a criar desde bebes, por las madre trabajadoras, y los vínculos nieto-yaya aun son mas estrechos.
EliminarMe gustó la receta, pero me quedo con la historia que nos contaste.
ResponderEliminarQué mujer tan entrañable me pareció ver en medio de tus letras, vivencias y recuerdos.
Qué bonito y especial lo contaste, Marcos.
Gracias por compartirlo.
Un beso.
De esas todos tenemos un cajon lleno, a poco que pienses.
EliminarBuena receta que tomaré en cuenta. Qué afortunado...yo no conocí a mis abuelas.
ResponderEliminarUn besito de anís.
Pues mi yayo el que no conocí, debio ser un personaje excepcional, viajante de mantas por toda España, trabajaba dos meses, y descansaba otros dos, era un manitas haciendo casas de muñecas, agricultor de su propio huerto, tocaba la bandurria y el acordeón, actor de teatro aficinado, y sacó a mi yaya de un entorno familiar severo y placentero. Tuvo que ser muy pintoresco. Eran 16 hermanos.
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