(Ya fue publicado el 19-09-2012)
Siempre me fascinó, desde mi mas tierna infancia, colgado en el muro del atrio de la Iglesia de El Patriarca.
Mi abuela paterna, Rita, encantadora cuenta cuentos me sentaba en su regazo contándome aquella maravillosa historia de un gran cocodrilo que vivía entre los cañaverales de la desembocadura del Guadalaviar, después Turia, que emitía lloros como un niño y que atraían a los viandantes a una muerte segura entre sus fauces, causando una gran mortaldad y espanto en la población.
En la versión de mi abuela era un condenado a muerte quien a cambio de su libertad accedió a luchar con él, fabricándose un traje de espejos que deslumbró a la fiera por un instante, lo que aprovechó para matarlo de una certera lanzada.
He leído en internet variedad de versiones muy parecidas, donde el matador es un noble aguerrido, un forastero milagroso, un lozano caballero, etc. etc. prácticamente la misma historia. Solamente me llama la atención una versión que lo sitúa en el año 1957 con la riada de Valencia. Por favor, yo tenía 13 años, y el caimán, que no cocodrilo ni dragon, murió en 1606.
Bueno siendo muy bonito el cuento, la verdad documentada es que siendo arzobispo de Valencia San Juan de Ribera, Patriarca de Antioquía por Pio V, y Virrey y Capitán General, Canciller de la Universidad y Justicia Mayor de Valencia, por Felipe III, a su llegada a Valencia en 1568 recibió el regalo de un bebe-caimán, que le mandó el virrey del Perú, y al que le puso el nombre de “Lepanto” según los escritos, éste que fue creciendo en los jardines de su casa en la calle Alboraia, falleciendo sin haber hecho mal a nadie el 7 de junio de 1606.
San Juan de Ribera ordenó que una vez embalsamado se colgara en el atrio de la Iglesia para recordar a los visitantes el respetuoso silencio, y el recogimiento con el que se debe estar en ella.
Me gustan las leyendas, son cuentos cercanos, ya sabemos que hay variedades de las mismas, pero las de los abuelos son las que no se olvidan, No es la única iglesia en la que hay un cocodrilo. Que sigas disfrutando de las navidades. Abrazos
ResponderEliminarCorre la historia que los caimanes simbolizan el silencio porque no tienen lengua, lo que es falso, pues además la tienen super sensible. Son animales muy similares pero de ordenes distintas, los caimanes pertenecen a la familia de los “aligatóridos” y los cocodrilos a la familia de los “crocodylidae”.
EliminarEs curioso el cuento y la historia. Me encantan estas cosas y ahora mismo iría a Valencia para verlo ...
ResponderEliminarTenemos un nuevo año por delante, tu queriendo venir a Valencia, y yo a Lanuza.
EliminarEstimado Marcos :
ResponderEliminarReciban tú y los tuyos mis mejores augurios por un 2016 lleno de bienestar
http://www.proxioshowcase.com/px/ricardotribin
Muchas gracias Ricardo, y gualm te deseo. Preciosas villas.
EliminarCuriosa leyenda. Blasco Ibañez tiene esta leyenda en forma de cuento, aunque es más largo, en realidad es lo mismo.
ResponderEliminarLa misma leyenda del caballero de traje de espejos como me contaba mi abuela y en muchas otras ciudades.
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ResponderEliminarEste tipo de leyendas al parecer era muy común a principios del siglo XVII, yo he publicado una leyenda parecida, acerca del lagarto de Jaén.
ResponderEliminarfranciscomendez.blogspot.cl/2013/01/historias-de-jaen-el-lagarto-de-jaen.html
Feliz año 2016, en que se cumplan tus deseos y sigas con tus interesantes post.
Me ha encantado lo detallada de tu leyenda del lagarto de Jaén. Desconocía estuviera tan arraigada. Todas las leyendas tienen una parte cierta y otra imaginativa.
EliminarY al parecer aun hubo un segundo caimán que no se conserva.
ResponderEliminarUn saludo.