LAS FALLAS

Con el mes de marzo llega la fiesta grande de Valencia, las Fallas. Cartón, madera, corcho, pólvora, color, música, ruido y fuego, mucho fuego son algunos de sus ingredientes. Durante estas semanas vamos a repasar diversos aspectos de esta fiesta que tanto llama la atención a los foráneos. Empezamos con su historia.

Marzo es sinónimo de fiesta en Valencia, ciudad y provincia, y también en algunas otras poblaciones desperdigadas que celebran todos a una las Fallas, la fiesta grande de los valencianos, que coincide con la onomástica de San José, el día del padre a nivel general en España y en otras partes del mundo. 

Las Fallas -que se celebran siempre del 15 al 19 de marzo– han sido declaradas Fiestas de interés Turístico Internacional y ahora pelean por entrar en la consideración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que concede la UNESCO.

Su origen, se remonta a finales del siglo XVIII de cuando proceden los primeros registros sobre hogueras que se hacían en la calle en torno al día de San José que es el patrón del gremio de carpinteros. En un primer momento eran grupos de vecinos que sacaban trastos viejos, y restos del trabajo de los artesanos como limpieza de los talleres y previamente a la llegada de la primavera. En esa época se montaban aún muy cerca de las casas, junto a la fachada y normativas municipales fueron regulando la creciente instalación de estas primitivas ‘fallas’ que ya iban tomando forma con los ‘ninots’ (muñecos en valenciano) que eran parte de escenas que contaban algo más, normalmente historias del barrio, sátiras de lo que ocurría en el entorno.

Al principio los ‘ninots’ estaban rellenos de paja, ropa vieja y llevaban caretas de cartón en el rostro, pero ya en el siglo XIX pasan a estar hechos de cera. A finales de ese siglo también los monumentos falleros empiezan a ir acompañados de literatura, con versos que aderezan las escenas y en forma de ‘llibrets’ que cada agrupación vecinal elabora para presentar su creación. A mediados del siglo XIX se plantaban cinco fallas y a finales de siglo ya alcanzan más de la docena. De esas primeras comisiones falleras sólo dos se mantienen en activo, las de la plaza Santa Cruz y la del Negrito, ambas en el barrio del Carmen, que era una zona muy poblada en esos tiempos y territorio de artesanos.

Con el aumento de las comisiones y las fallas el Ayuntamiento fue imponiendo más regulaciones con el pago de impuestos y la obligación de presentar un boceto previo del monumento y así intentar controlar las fiestas populares de la ciudad –también sucedió con los Carnavales-. Las sátiras que siempre han sido seña de identidad de las Fallas por entonces ya trascendían las historias de cada barrio y se metían con los políticos y sus actuaciones. En 1901 el Ayuntamienro empezó a entregar premios para valorar el carácter artístico de las obras lo que dio nexo de unión necesario entre el movimiento vecinal y las autoridades y supuso un paso adelante para convertir las Fallas en la fiesta por antonomasia de Valencia.

Primer premio iluminación Fallas 2016 - Cuba/Literato Azorín

Primer premio Fallas 2016 - Igualmente Cuba/Literato azorín

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