LA CAJA DE PANDORA

Pues nada, ya hemos votado.

Mayoritariamente los ciudadanos han manifestado una tendencia, la de mejor mal conocido que teóricas inexperiencias, pero no admitimos que los resultados no nos satisfagan y anti-democráticamente se empiezan a demonizar y echarse las culpas unos a otros, criticando a los que no han comulgado con nuestras ideas.

Se quiera reconocer o nó, estamos condenado a entendernos y desaprovechar esta magnífica ocasión por el bien común es de locos. 

Particularmente celebro que no haya mayoría absolutas, y eso debemos entenderlo de una vez por todas. Las dos Españas era cosa de nuestros abuelos. Solamente con el consenso plural de todos podemos construir un futuro mejor.

Pero ya sabéis, la caja de Pandora sigue abierta, y eso no trae nada bueno.

Según el poeta Hesíodo, Zeus quería vengarse de los mortales, a los cuales Prometeo les había dado el fuego robado a los dioses. Conocedor del plan, Prometeo advirtió a Epimeteo que no aceptara ningún regalo de parte del dios, pero éste se casó con Pandora, la cual ―por aquello de la eterna curiosidad femenina― abrió una caja que le había regalado Zeus ―aunque más propiamente era una jarra o ánfora― donde estaban encerrados todos los males, los cuales cayeron sobre la humanidad con un sinfín de desgracias. Lo único que quedó dentro fue la esperanza, de ahí que ésta sea lo último que se pierde.