PARTE I - DESPLAZAMIENTOS
Al efectuar la reserva en
la agencia de viajes me entregaron el bono de hotel por duplicado para efectuar
el ingreso bancario. En dicho impreso se detallaba el nombre del hotel, el
periodo de estancia y la hora de salida del autobús desde la estación de
autobuses de Valencia, recomendando la presencia 45 minutos antes de la salida.
El día uno me presente con
mi maleta a las nueve, una hora antes de la salida, y primera sorpresa: los
mayores madrugan mucho, éramos prácticamente los últimos para Roquetas.
Unas azafatas de Mundo Senior
comprobaron nuestros DNI asignándonos el
numero de asiento, que servirá para los dos viajes ida y vuelta, y también para
las excursiones que realices, pues se harán con ese mismo autobús que te lleva.
Demostraron mucha práctica y me causaron buena impresión con su eficiencia.
Salimos puntualmente acompañados por una azafata que se encargaría de
asistirnos en el viaje y paradas hasta llegar al hotel
Yo tenía mis dudas sobre
donde comeríamos y cuando pararíamos por lo que en previsión llevaba unos sándwiches
. Bueno pues ya abordo todo corre por cuenta de Mundo Senior.
Como está ordenado un descanso
del conductor más o menos cada dos horas, hicimos la primera parada a las dos horas
de marcha en un restaurante hostal en Crevillente. Esta parada era para
almorzar o cafetear, y recurrir la mayoría a los servicios. Dos horas mas tarde paramos a comer en el restaurante Manzanil, en el área
de servicio Pto. Lumbreras donde teníamos la comida preparada. La siguiente
parada fue ya en el Hotel de Roquetas, donde después de acomodarnos hizo la
azafata el relevo con la que nos iba a atender en el hotel a partir de ese
momento, avisándonos que al día siguiente tendríamos una reunión informativa a
las 10.30.
La atención de Mundo
Senior, en función de sus azafatas, fue perfecta en todo momento.
La única deficiencia fue la
comida del regreso en Crevillente en el mismo restaurante-Hostal del almuerzo
de ida. La comida muy mejorable y la atención del personal del restaurante pésima,
con gran dificultad para obtener algún hielo con que enfriar el caldo hirviendo
de avecrem que nos sirvieron, o el plato para poder pelarte la fruta. Incluso
fui testigo de los comentarios del camarero de barra recriminando a los
mayores su tacañez por no hacer consumo de cafés o infusiones con pago aparte.
La azafata del autobús de regreso prácticamente
inexistente.
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