sábado, 3 de mayo de 2014

EL LIMPIABOTAS


Creo ya han desaparecido en Valencia. Cuando me casé en el 68, la peluquería de barrio tenía limpiabotas que compartía con el bar de al lado. La verdad era una gozada verles pasar el cepillo de una a otra mano, a una velocidad pasmosa, con su caja de betunes y la banqueta para sentarse, amén del impecable trabajo que realizaban. He leído un artículo de ENRIQUE MARINO sobre un de los últimos “limpias” de Madrid, y aunque solo fuera por nostalgia, corto y pego para compartirlo con vosotros.

"Mientras España debate retrasar la edad de jubilación, Fernando Bebia (Madrid, 1945) se encorva para lustrar los zapatos del respetable por tres euros y medio, cinco cuando alcanzan a ser botas y siete si su color es blanco. Cada moneda pasa a engrosar su pensión, entendida como hospedaje, pues este limpiabotas jamás cobrará el retiro ni podrá jubilarse. "Empecé en 1982 aquí mismo y llevo 32 años haciendo esto", hace cuentas Bebia, "con dos bes" y sin tilde en la i. "Mientras el cuerpo aguante, me veo trabajando en esta acera hasta que me muera", aventura apostado en su trinchera de Gran Vía 37. "Aquí no hay jubilación ni nada de eso".

Nació en la calle Covarrubias, en el corazón de Chamberí, aunque se crio en ese casticismo de Tirso de Molina que atestigua el deje de sus palabras. "Como nunca he vivido allí y no eres de donde naces sino de donde paces, yo soy de Lavapiés", dice respecto a ese pueblo rodeado por Madrid al que los madrileños llaman barrio. Aunque su padre también le había dado al cepillo, Fernando fue camarero hasta que una dermatosis le apartó de la barra. "Estaba enfermo de psoriasis desde la punta de los pies hasta la cabeza. Antes no era como ahora, con la televisión diciendo que no tiene importancia ni se contagia. En aquel entonces, cuando iba en el metro, me dejaban todo el vagón para mí solo. La gente se apartaba como si tuviese la lepra o algo así. Dejé la hostelería y, como de algo tenía que vivir, me puse a hacer esto".

La capital apenas conserva un puñado de limpiabotas, una sombra sesgada de aquella hilera de banquetas que lustraban los cimientos de una clientela kilométrica. Hoy en la Gran Vía quedan cuatro y Bebia, excepto que alguien levante el betún y diga lo contrario, es el decano. Casi la mitad de sus 68 años impregnados en anilina. "Puede quedar algún otro en hoteles, pero es un oficio en extinción. Nadie lo quiere hacer porque no tienes un jornal fijo, ni seguridad social ni nada". Una "aventura" que asegura haber podido permitirse porque no tiene una familia a la que mantener."


9 comentarios:

  1. Mi padre se hacia lustrar los zapatos cuando salia de desayunar, mantuvo la costumbre muchos años, ya se ven pocos alguno en la proximidad de algún hotel y poco más. Y como de quien tu hablas la mayoría no mantenía familia. Un abrazo

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    1. No lo utilizaba con frecuencia, pero los dejaban como espejos.

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    2. No lo utilizaba con frecuencia, pero los dejaban como espejos.

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  2. Yo los he visto en el antiguo paseo de la Independencia en Zaragoza, ahora tengo mi propio limpiabotas en casa con cajoncito incluido, por supuesto de fabricación casera.

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    1. Lo tuyo de casi profesional, yo lo tengo en una caja metálica en los armarios de la cocina.

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  3. ¡Que de recuerdos me ha traído! Me acuerdo de una cafetería, de la antigua plaza del caudillo, donde mi padre en fechas señaladas nos llevaba a merendar o tomar un helado.¡que tiempos aquellos!

    Cuando me enfurruñaba con mi madre, pensaba en irme de casa y ganarme la vida haciendo de limpiabotas,
    jajaja, igual que los que veía cuando nos llevaban a merendar , jajaja

    Un fuerte abrazo Marcos.

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    1. Los limpiabotas.Yo también los recuerdo por la calle de Ciscar esquina con Gran Vía Marques del Túria,
      Por los años setenta y... aún vi alguno por aquel lugar.
      Saluditos amigo,Marcos.

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    2. Sobre todo los utilizaba estande de viaje. En los hoteles buenos los sacabas al pasillo y al otro dia estaban limpios. Recuerdo que en el Hostal de San Marcos, de Leon, incluso habia una armarito junto ala puerta, para dejarlos a limpiar.

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    3. Indiasema pues abrñia cantado mucho lo de una mujer limpiabotas, nom lo he visto nunca. Ja, Ja.

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