A nuestra amiga Verónica Calvo: anandanilayan.blogspot.com.es
El gran crítico literario George Poulet solía afirmar: “No es el tiempo lo que se os da, sino el instante. Con un instante dado, a nosotros nos corresponde hacer el tiempo”. Si el belga hubiese tenido la fortuna de leer los versos de Verónica Calvo es probable que hubiese afirmado que la poeta no solo ha conseguido “hacer el tiempo” sino detenerlo, estirarlo, comprimirlo, admirarlo, besarlo… hasta crear un poemario donde el instante se ha derretido en su esencia y ha quedado suspendido en el tiempo para sacudir nuestra propia memoria e invitarnos a una vida, otra vida, que existe bajos sus ojos y que nos abre un universo infinito.
En la bella dedicatoria que me ha escrito en su volumen de poemas “Las pequeñas esencias”, Verónica me regala “una parte de mí”. No es una promesa fatua. Cada verso, cada poema respira una mano femenina capaz de arrancar de la brevedad del tiempo, de ese instante, para contar una historia que excede a sus breves caracteres.
Así, siendo ese jazmín arrancado de la tierra, la poetisa conjuga vida y muerte con tal sutileza y plasticidad que la imaginamos trotando con sus trenzas en ese canto tragicómico tan propio de nuestra esencia. No es extraño encontrar en sus poemas la sensualidad propia de una mujer enamorada “En la piel mía/ dos camelias con tu impronta,/ fragantes, cautivadoras,/ todavía no han exhalado su último aroma”, ella quien se enfrenta a la dualidad de la vida y la muerte a la que juzga como “la lucha perdida”, que manifiesta ese drama que le es propio al alma sensible y a quien se nota que ha estudiado y vivido el arte dramático.
Un poemario editado por “2deLetras” que os invito no solo a descubrir sino a rumiar porque será en su lectura repetida, en el paladeo de sus adjetivos y de su sonoridad donde disfrutéis, como yo, de un verso capaz de atravesar sus páginas para acompañarnos siempre, más allá del libro.
Me quedo con mi favorito, el número 50, que nos demuestra cómo la visión de una autora como ella es capaz de encontrar poesía… en un simple charco:
(L)
“Hoy me arrodillé
en la calle sucia
y llena de pasos.
Me bebí a sorbos
un charco.
Loca me llamaron.
Pero ellos no sabían
que era el cielo
lo que me bebía”.
Gracias, Verónica, por este pequeño gran regalo. Lo guardo no solo en mi biblioteca sino también en mí para, como indicas en tu portada, recordarte “dentro de todos los otoños”.
Te agradezco de corazón tu interés y tu reseña de "Las pequeñas esencias".
ResponderEliminarMe alegra enormemente que te gusten estos pequeños poemas, en especial el L.
Deseo que te acompañen "dentro de todos los otoños".
Me has emocionado :)
Un abrazo con todo mi cariño
Solamente he mostrado mi opinión. A veces tengo alguna sensibilidad para leer entre renglones, y tu cuentas mucho mas de lo escribes. Me encantará seguir tu evolución en este campo. Suerte.
EliminarSe siente la fuerza y la exactitud de la palabra. Éxito !!!
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Como ya he dicho, vale la pena rumiar sus poemas. Bss
EliminarMe lo apunto. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias por tu visita Angelines.
EliminarLa poesía se hace luz en las delicadas manos femeninas, luz y paz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Las mejores manos, sin duda.
EliminarMi felicitación por esta profunda reseña que nos dejas del poemario de Verónica...Ella acaricia la vida y la muerte con gran sensibilidad y matices nostálgicos, que nos elevan a otras latitudes...El poema que nos dejas es una muestra de cómo sabe tocar con sus letras la materia y convertirla en etérea espiritualidad y elevarla al arte.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso para ambos por vuestro amor a la poesía.
M.Jesús