miércoles, 25 de noviembre de 2015

VALENCIA, MI PUEBLO




El basurero, el afilador, el colchonero, el churrero, el llanterner, se arreglan sillas de enea, el trapero. Gritos callejeros de mi infancia muy comunes a todas las horas el día. El “llanterner” sería ahora algo así como el fontanero, pero sus servicios eran amplísimos, pues podía hacerte multitud de arreglos caseros, y desde soldarte el agujero de un cubo metálico, hasta arreglar una sopera rota, poniéndole lañas. El trapero nos encantaba a los niños pues nos cambiaba botellas vacías y botes de hoja de lata por globos, chucherías, o platos de loza.

El “centro” de Valencia era, y sigue siendo, la plaza del Ayuntamiento y la Catedral. En casa todos decíamos “me voy al centro”. Mi suegro que vivía en el actual barrio de Patraix, tomaba al tranvía y decía “me voy a Valencia”, a menos de dos kilómetros del “centro”.

Valencia era un pueblo grande que lo cruzábamos diariamente andando. A mí me habría encantado tener pueblo. Cuando en el trabajo alguien aprovechaba un puente para ir a su pueblo, confieso me daba una cierta envidia, y regresaban contando el aceite y las patatas con que habían llenado el coche.

Pero los veranos los pasábamos en una casa de mi padre a las afueras de un pueblo a 15 kmts. De Valencia, y me encantaba que todos nos diéramos los buenos días al cruzarnos, sin conocernos de nada.

Igual me llamáis que tengo espíritu pueblerino, pero no me ofendéis porque es así, y tengo vivencias, como la de jugar con niños desconocidos en la calle, que mis hijos nunca han experimentado.

Valencia era un pueblo grande, y por supuesto me alegro de la importancia de su crecimiento y progreso en los últimos años, pero aun conserva parte de ese espíritu pueblerino en sus gentes.

Ahora el paisaje es muy diferente:



















22 comentarios:

  1. Hola Marcos; dices que estas jubilado pero no estoy seguro de que lo disfrutas de verdad tal y como lo cuentas en este, tu blog, te lo digo como lo siento; a mi al menos no me has convencido, pero, sea como fuere, enhorabuena por haber llegado hasta aquí, y, te deseo que disfrutes al máximo de todo lo que puedas. Un abrazo!

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    1. Gracias por tu visita. La verdad es que no pretendo convencer a nadie, allá cada uno, pero recuerda que la felicidad o el disfrute depende del estado de ánimo de cada uno y del conformismo con su realidad; mi última etapa laboral fue de mucha tensión emocional, como no voy a disfrutar de esta riqueza de tiempo para amigos, exposiciones, charlas, museos, viajes. El blog no me resta en exceso pues siempre llevo programados 15 días, lo que proporciona total autonomía. Agradezco tu comentario que sin duda me hará reflexionar. Quizá mi interés en informar me hace mostrar en exceso lo negativo de nuestro entorno..

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  2. Tampoco tengo pueblo y tambien me da envidia de quien lo tiene, lo de ir al centro me suena mucho, de las cosas que cuentas recuerdo algunas, debe ser que cualquier "pueblo grande" era igual. Valencia es ahora una ciudad preciosa. Abrazos

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    1. Ya he comentado otras vecers que no podría vivir en Madrid o Barcelona, aunque Valencia ya se está haciendo demasiado grande.

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  3. Nos encanta ese espíritu de pueblo... Y aunque somos muy de asfalto y tampoco hemos tenido pueblos a los que ir, si recordamos con mucha nostalgia nuestras respectivas calles de la infancia. En ellas nos criamos jugando en la calle horas y horas ¡qué tiempos!

    Muchos besos de las dos

    J&Y

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  4. Me gustan tus recuerdos e imagino esas amplias llanuras con niños jugando alrededor de los artesanos. Besicos.

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    1. Ja, ja, con tu imaginación lo pones como cantando en Sonrisas Y Lagrimas, tambien teniamos lo nuestro que hacíamos "arcas" tirando piedras a otros chicos, hasta que alguno salía lastimado.

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  5. Zaragoza también fue un pueblo, un pueblo donde podíamos jugar en la calle al gua, a las canicas, al marro... donde todos los niños compartíamos todo lo que teníamos y hasta en ocasiones nos montábamos en la trasera del tranvía para viajar gratis hasta que el revisor mandaba parar al conductor y todos teníamos que correr para que nos nos cogiera. Los mayores se contaban sus cuitas y se ofrecían unos a otros para ayudarse.
    En la casualidad, por supuesto sigue habiendo calles, pero asfaltadas, llenas de coches donde un niño no puede salir a jugar, excepto que se vaya a un parque y vaya acompañado. Los mayores vivimos en enormes edificios donde la mayoría no se conocen unos a otros, antes las puertas estaban abiertas o cuando menos sin cerrojos, hoy en día el que no tiene una puerta de seguridad, tiene un circuito de alarma conectado incluso con vídeo por ver si los amigos de lo ajeno entran en su casa... La seguridad de todo tipo es menor y sin embargo decimos que la ciudad va progresando.

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    1. El corrector me ha jugado una mala pasada, quería decir actualidad, no casualidad.

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    2. El progreso querido amigo, el progreso

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  6. Muchos tenemos recuerdos de nuestra infancia... Los míos también incluyen "una calle" donde jugaba a la comba y al brilé con otros niños y donde hoy no encuentras ni aparcamiento, y "la ciudad" que era la capital, y que, aunque estaba y sigue estando a ocho kilómetros de mi calle, suponía una "excursión" a la que muy de vez en cuando nos dejaban participar. Las imágenes que nos traes de Valencia no tienen pinta de "pueblo" (ni falta que le hace, añado yo). Abrazos

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    1. Todos los mayores tenemos similares vivencias, propias de nuestros tiempos, y nos divertíamos sin gastarnos un duro, tan diferente del consumismo actual.

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  7. El afilador aún pasa por Gandía!! Y yo me acuerdo aún de cuando venía el del hielo a vendernos hielo para la nevera, yo debía de ser muy chiquitita. Y el "chambitero" no sé si se escribe así: Qué tiempos. Es verdad que antes la gente se saludaba más y había más camaradería, hoy día estamos idiotizados con tanta tecnología.
    Yo me crié en el pueblo de mis abuelos hasta los 9 años y me parece genial porque yo no salía de la calle y me tiraba por el vertedero de basura con el uniforme azul y mi madre me cascaba, jajaja. Qué tiempos aquellos, ay.
    Besos

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    1. Vaya con el afilador, la última vez que lo utilizamos, bajé yo para afilar unas tijeras de mi madre y nos cobró 500 pèsetas, cuando las tijeras costaban 300. Menudo rapapolvo.

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  8. Y al loro que cuando pasa el afilador llueve siempre!! Mi madre siempre lo dice: el afilaor, cambiará el temps. Oye, y no falla, jajaja

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  9. Se dice que es el progreso no??
    Gratisimo lo que has compartido
    Saludos

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    1. Tiempos que no volverán, aunque hay que reconocer que la vida es bastante mas cómoda.

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  10. Que bonito lo que has escrito. Me trae recuerdos de mi niñez, porque yo sí soy de pueblo, y seré hasta el fin de mis días. Yo recuerdo todos los personajes que has descrito y algunos más, como el granerer que arreglaba escobas, el pellero que recogía las pieles secas de los conejos que comíamos en las paellas, y nos daba a cambio cajas de cerillas y agujas de coser, era de Vall de uxo donde había fábricas de zapatos y utilizaban las pieles, también el terrero, que llevaba un carro con arena que las mujeres compraban para fregar los cacharros, el arropero, que vendía "arrop y tallaetes", y más que no me vienen a la memoria.
    Gracias por haber despertado tan bonitos recuerdos.
    Un saludo.

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    1. El arrop, la leche y los huevos nos los subian a casa. Me he dejado muchos, y los he pasado al castellano, como el matalafer.

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  11. Tan felices niños despreocupados que nos tocó ser. Los pobrecitos de hoy no tienen esa libertad. Me encanta esta entrada que has hecho. Aquí todavía decimos vamos al centro.
    Un abrazo.

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  12. Es el sino de los tiempos. Todo cambia, no sólo en su tamaño; también en su forma y costubres, A la desaparición de esos oficios que se desarrollaban en la calle, pronto seguirán, aunque nos resistamos,
    la mayoría de los de pequeño comercio, las tiendas de toda la vida. Esto evoluciona, pese a que se trata de proteger lo ya languidece. y no es que me alegre, Ayer paseé por Ruzafa. No hay merecerías, droguerías, zapaterías, tiendas de ropa. La gente busca la comodidad de tenerlo todo en un sitio, y poderlo comprar a cualquier hora, a la once de la noche, un domingo o internet. Y cada vez se busca más habitar horarios fuera del horario laboral de quienes no trabajan en el comercio.
    Un saludo.

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