Fui a buscar la plaza Conde de Carlet para enseñaros su fuente. Esta plaza no es mas que una encrucijada de calles que llevan a ninguna parte, muy cerca del Paseo de la Pechina del rio viejo, en lo mas antiguo de la ciudad.
Mas que la plaza, lo que han sido importantes son los edificios que ha albergado, desde el de Aduanas (1828-1841), Colegio de Nuestra Señora de Loreto, el Colegio de Nuestra Señora del Pilar, y el Seminario Conciliar de Valencia.
Otra curiosidad es, que en principio tenía una estatua de Federico Mistral, poeta francés que nunca estuvo en Valencia, aunque en aquellos años de 1830, mantuvo una intensa relación epistolar con poetas valencianos.
El busto fue derribado en la riada de 1957, y en sustitución se inventó la fuente actual. No he podido averiguar nada del origen primitivo de su copa gótica octogonal, única parte interesante. Está colocada sobre un pilar prismático, para mi añadido, con una taza creada en piedra, también octogonal a juego de la copa, sobre un basamento de escalones.
La copa muestra en cuatro de sus caras unas gastados escudos, aunque se distinguen las barras de Aragón y la Flor de Lis, las otras cuatro caras acaban simplemente con unos canalillos que vierten el agua rebosada a la taza.
Todo ello banal o interesante, según se quiera ver. Me detuve ante la misma unos instantes embargado por una sensación extraña que no se transmitiros.
Hay un único banquito de piedra, sobre el que me senté, con la mente totalmente en blanco, como dicen que solo los hombres podemos hacerlo. Quizá recordé que el primitivo uso de la plaza fue el de cementerio de la cercana Iglesia del Salvador, o el experimentar una sensación que casi tenemos olvidada en las ciudades: “el silencio absoluto”, ni coches, ni viandantes. ¡Silencio!.
Mas no era así totalmente, el agua de los canalillos sonaba constante y susurrante invitándome a la paz interior. La escuche complacido. Solos los dos en la intimidad; del suave gorgoteo pasó al murmullo, y de ahí a la confidencia, me contó sencillos secretos de su historia que he guardado en mi corazón.
Que paraíso de lugar,en tan bella ciudad que este ano tuve el privilegio de visitar.
ResponderEliminarGran abrazo, mi estimado Marcos.
La placita no es nada bella, pero llama la atención el silencio. No es peatonal, pero seguro que aparcan a primera hora y ya lo dejan hasta la hora de comer, porque nadie mas circula.
EliminarQué sensación más relajante, tú contigo mismo y el agua de los canalillos como única compañía.
ResponderEliminarSaludos.
A veces, el silencio puede ser tan necesario como el comer.
EliminarQué sensación más relajante, tú contigo mismo y el agua de los canalillos como única compañía.
ResponderEliminarSaludos.
Qué bien escribes, Marcos.
ResponderEliminarNo creas, me riñen mis hijos porque paso de la sintaxis y muchas cosas mas.
EliminarBonita y sencilla.Para qué más?
ResponderEliminarBss
La belleza de lo natural. No sabes lo que aprecio el ya no ir con prisas. Es un tesoro.
EliminarPues tiene su encanto y si produce paz al que se acerca a escuchar el caer de su agua ya da bastante. Cuantos lugares no conocemos de nuestras ciudades y tu me haces pensar en ello cada vez que no muestras los rincones de Valencia. Un abrazo
ResponderEliminarA veces, también me sorprendo yo, por desconocido.
EliminarEl sonido del agua siempre es relajante, Marcos, y si la visión es atractiva, como esa preciosa y antigua fuente, mejor que mejor. Nos encanta conocer a través de tu blog rincones tan especiales de Valencia.
ResponderEliminarUn beso enorme de las dos
J&Y
Les pregunté, y ninguno de mis hijos lo conocía. Ja, ja.
EliminarA veces el silencio es muy escandaloso. Me encanta el rincón apacible y tranquilo. Besicos.
ResponderEliminarCreo que tu lo disfrutas muchas mas veces que nosotros.
EliminarLa fuente en sí no es muy lucida, pero no deja de ser una fuente que seguramente guardará sus secretillos. Ahí está con su sencillez, y quien sabe si rumorea cosas de un pasado mucho más antiguo en otro lugar.
ResponderEliminarSalu2.
Esta fuente seguro ha calmado la sed de caballos y caballeros con espuelas.
EliminarLa fuente en sí no es muy lucida, pero no deja de ser una fuente que seguramente guardará sus secretillos. Ahí está con su sencillez, y quien sabe si rumorea cosas de un pasado mucho más antiguo en otro lugar.
ResponderEliminarSalu2.
Seguro creas una historia interesante. Cercana estuvo una Iglesia de Los Caballeros de Malta, por si te vale.
EliminarSeguro creas una historia interesante. Cercana estuvo una Iglesia de Los Caballeros de Malta, por si te vale.
EliminarNo sé el motivo por el que salió repetido el comentario. Algún dedo que se me escapó.
ResponderEliminarLos sillares del brocal parecen hechos en el tiempo en que se instaló, pero creo, que al menos la piedra del caño es antigua. Quizá la aprovecharan de otro lugar. De ahí el comentario anterior.
Veré si soy capaz de inventar un cuento de fuente y caballeros con espuela.
Salu2.
Otro lugar y otro reportaje tan excelente como tranquilo. Estos rincones poco visitados o sólo tenidos en cuenta para rodearles con el coche, tenían que estar un poco más preservados de una contaminación que es un veneno para la piedra.
ResponderEliminarUn abrazo, Marcos.
Los coches hacen las ciudades inhóspitas, no respetando ni las aceras.
ResponderEliminarHola marcos quisiera aclarar algo
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